Un hallazgo de huesos. Una vieja polémica. Una historia de los años de plomo. Durante la primera quincena de este mes, la Justicia Federal realizó una serie de actuaciones en la Jefatura de Policía (en Italia al 2.400), luego de que allí se encontraran restos humanos. La noticia alertó a organizaciones defensoras de derechos humanos y a la secretaría de esa área de la Nación, ante la posibilidad de que se estuviera ante restos de personas desaparecidas durante la última dictadura militar. Sin embargo, el juez federal Daniel Bejas, luego del accionar judicial, explicó que se trataba de material que estaba guardado en cajas y que habría pertenecido al ex Museo de la Policía. Hasta aquí, la noticia parecía no tomar demasiada relevancia, pero la historia detrás de lo que fue aquel lugar de exhibición del accionar policial en los 70 reflotó añejos fantasmas que supieron hacer enfadar a Ramón Ortega y poner a Tucumán en boca de todo el país.
Los restos encontrados
El representante de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en Tucumán, Bernardo Lobo Bugeau, explicó que los restos que aparecieron hace dos semanas fueron hallados por casualidad, por albañiles que realizaban una excavación en la zona donde estaban los baños de los conscriptos en la actual sede central de la Policía. Un ex comisario avaló esa versión. "En la época militar hubo un museo policial que funcionaba en la vieja Jefatura de avenida Salta (y Junín). Estaban expuestos uniformes, fetos y huesos humanos, entre otras cosas. Cuando se traslada la Jefatura al Regimiento (en calle Italia), todo lo que pertenecía al museo va a parar donde estaba Sanidad (ahora funciona allí la División Anticuatrerismo). Yo era encargado del área de obra de la Policía, y un día me ordenan que saquemos eso porque iban a agrandar la sala. Yo lo llevo a una piecita del fondo. El año pasado, vienen Soria y Bernachi (ex secretarios del jefe de la fuerza, Jorge Racedo) y me dicen que queme todo eso en el fondo. Les dije que no, que por mis creencias cristianas no lo iba a hacer. Y les comenté que todo eso tenía que ser analizado. Yo lo puse en un cuartito y levanté una pared. Lo dejé ahí, nunca más me preguntaron ni hablaron de ese tema. No sé si habrán creído que le di cumplimiento a esa orden", reveló el ex comisario Miguel Toledo. El ex policía trabajó en la Jefatura hasta abril de este año, cuando fue cesanteado de la fuerza tras la protesta que el año pasado protagonizó un grupo de uniformados para reclamar mejoras salariales. "La semana pasada me hablaron para contarme que habían abierto ahí para hacer una oficina, porque antes eran duchas o baños, y encontraron eso. Dieron intervención a Sanidad, después se enteró el Juzgado Federal y secuestró todo, y se dio intervención al Instituto Forense Argentino", añadió Toledo. Sus palabras avivaron el fuego que se había encendido en abril de 1992, luego de que el periodista Nahuel Maciel escribiera en el matutino porteño El Cronista que en Tucumán funcionaba un "macabro museo de la subversión".
"En San Miguel de Tucumán, en la esquina de Salta y Santa Fe, el Museo Policial exhibe, como trofeos de guerra, una serie de frascos con cloroformo en cuyo interior está el corazón infartado de un presunto subversivo detenido, varios fetos de subversivas detenidas y cerebros, dedos y pies de guerrilleros abatidos durante la lucha antisubversiva", escribió Maciel. Sus palabras replicaron en otros medios nacionales y, en nuestra provincia, el entonces gobernador Ramón Ortega salió a cuestionar la publicación. "Esta es una película inventada al mejor estilo de Agatha Christie, una narración desplegada por la estúpida fantasía del periodista que hizo la nota", había salido a decir Ortega.
La Justicia provincial solicitó, en mayo de 1992, la colaboración de un perito fotógrafo para esclarecer si las fotos tomadas por Maciel habían sido trucadas. En aquel momento, los investigadores afirmaron que había indicios fuertes de que las fotos del periodista porteño eran falsas. Pese a todo, Maciel insistió en la veracidad de su reportaje y afirmó que la Policía de Tucumán había cambiado todo en un día para desmentir su versión y evitar el escándalo.
En el gobierno de facto
Lo que rodea estos hechos de sospechas e intrigas es que el Museo Policial fue fundado el 29 de diciembre de 1976 por el represor Mario Albino Zimmermann, en pleno gobierno militar de Antonio Domingo Bussi.
Funcionó en la ex Jefatura de Policía, donde se montó un centro clandestino de detención y por el que ahora, en el marco de la megacausa por delitos de lesa humanidad, se investiga a militares que actuaron en ese lugar y en los ex arsenales del Ejército.
En la Guía del Museo Policial -una de cuyas copias guarda LA GACETA en su archivo-, se detalla en un párrafo: "... luego encontramos el stand de Unidad Regional Oeste, (que) es muy interesante. Su jurisdicción comprende casi toda la Zona de Operaciones Sur, exhibe elementos conseguidos y extraídos en la constante y tenaz labor militar-policial, en procura de erradicar la subversión de nuestro querido suelo patrio".
En otro tramo, la guía explica en qué consiste el pabellón del museo destinado al Departamento Sanidad: "...formado por pacientes investigadores que por intermedio de la ciencia encuentran el porqué del delito, cómo se lo ha realizado y las secuelas que ha dejado. Realizan autopsias y dictaminan sobre accidentes y muertes".
Allí se habrían exhibido los huesos y los otros restos humanos hallados la semana pasada. Nada, en ningún lugar, dice de dónde o cómo se obtuvieron aquellas piezas que se mostraban al público y que dieron que hablar en tres décadas diferentes de nuestra historia.